La asamblea del 26 de junio está recién horneada. “De la resistencia al poder” fue el preámbulo y el epílogo de el caudillismo bacterial en la resistencia organizada. Es posible que un enunciado didáctico sobre el poder se pueda entender como una pretensión meramente epitáfica. Sin embargo, la asamblea del 26 marca también el inicio de un proceso, el reflujo de la refundación.
Para efectos meramente coyunturales definiremos el poder como la capacidad de influir sobre resultados. ¿De dónde nace el poder en el estado? Homo homini lopus est. Mediante esta frase Hobbes sentenciaba el carácter pasional y confrontativo de la naturaleza del hombre. ¿Pero cómo el carácter individual atomista del hombre lo llevaría a la creación de un cuerpo social artificial? He aquí lo que para muchos fue el origen de la creación del estado, lo que muchos filósofos posteriormente llamarían estado de naturaleza hobbesiana. Según Hobbes, el miedo a la muerte y a la incertidumbre llevan al hombre a ceder sus derechos individuales ante una super-estructura, el estado. Es decir, cedo mi derecho a matar por la seguridad de que un ente superior creará convenciones coercitivas comúnmente aceptadas y de cumplimiento obligatorio para no ser matado.
El estado se convierte entonces en vertidero del poder de la cesión de derechos individuales. El estado, por decirlo de otra manera, sería la acumulación del poder individual. Es en esa versión clásica en la que se basa la frase “toma del poder” para referirse realmente a la “toma del estado”. ¿Es el estado realmente ese ente poderoso surgido de un pacto social? ¿Puede el estado hondureño “influir sobre resultados”? La respuesta nos la da la historia reciente. El consenso de Washington a través de Callejas y sus subsecuentes réplicas han dejado un estado en progresivo debilitamiento. De igual forma, el golpe de estado del 2009 demuestra cuán débilmente anclado está el poder formal.
Es cardinal en el análisis de la coyuntura actual, por tanto, balancear el poder que la secretaría de estado gringa ha adquirido mediante el eufemístico “Convenio bilateral de ayuda militar” firmado el 20 de mayo de 1954, o el poder que el latifundio mediático Ferrari-Andonie-Canahuati-Flor es ejerce diariamente a través de “la verdad en sus manos”, “el líder” o “va con toda la familia”, o la concentración descomunalmente estúpida de capital que los emporios Rosenthal, Facussé, o Bueso Arias han obtenido.
¿Qué nos queda ante todas estas super-estructuras? Un estado más costilludo que el pijiriche o un zepelín con forma de dinosaurio pero que con un alfiler revienta ante nuestra faz, escoja usted la abstracción más cómica. Así es que, compas, cuando digamos “toma del poder” para referirnos al FARP revisemos nuestras construcciones neurolingüísticas, ya que el FARP puede llegar a tomar todo, menos el poder. El poder se construye, no se toma.
Lenin, en su carta “Saludo a los comunistas italianos, franceses y alemanes”; “Sólo los bribones o los tontos pueden creer que el proletariado debe primero conquistar la mayoría en las votaciones realizadas bajo el yugo de la burguesía, bajo el yugo de la esclavitud asalariada, y que sólo después debe conquistar el Poder. Esto es el colmo de la estulticia o de la hipocresía, esto es sustituir la lucha de clases y la revolución por votaciones bajo el viejo régimen, bajo el viejo Poder.” Marlon Ochoa 06/Julio/2011
Marlon Ochoa Miembro del FRAAC
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