martes, 31 de agosto de 2010

Inteligencia contra barbarie

Cuando el gobierno de Pepe Lobo ataca brutalmente a los maestros, a quienes tienen el cuidado físico e intelectual de centenares de miles de hondureños, significa que tocó el mero fondo donde crece el salvajismo.

Es la brutalidad primitiva contra la inteligencia, la sinrazón de la caverna contra la sabiduría de las aulas.

Pareciera que quienes gobiernan son los puros salteadores de camino, los malones que anteponen a la claridad de las ideas las puntas de las bayonetas caladas.

Aquí es más importante quien carga un tolete o garrote primitivo que aquel maestro que esgrime el libro en el centro escolar.

En este país vale más la bota de un policía que la mente de un maestro produciendo conocimiento en los centros de investigación.

La perversidad convertida en gobierno le teme a la inteligencia, la ve con soslayo y, cuando se enfrenta a ella, y al no poseer argumentos persuasivos, la ataca con el único recurso que poseen los malones de matorral: las balas asesinas.

Aquí vale más la mirada torva en el acerado rostro de un asesino que el apacible semblante de la maestra que con paciencia moldea el alma inocente de un niño.

Allí se les ve a los perversos arrastrando maestros como en los viejos tiempos de la comunidad primitiva. Es la inteligencia enfrentada a la barbarie.

Esta es la esencia del capitalismo salvaje donde los hondureños valen como productores de bienes materiales para la oligarquía que productores de bienes culturales e intelectivos para la sociedad en general.

Solo necesitan el hombre alienado (y enajenado) que les reproduzca el hartazgo convertido en sistema. En esto radica el egoísmo fascista que hoy reprime a los maestros con el diabólico afán de los malvados.

Son los mismos saqueadores, que a la sombra del golpe de Estado, se robaron el dinero de las pensiones y jubilaciones del magisterio. Hoy esos mismos saqueadores defienden el botín a punta de metralleta.

Hoy los golpistas perversos y sus esclavos demuestran su tardío salvajismo al golpear, torturar y desparecer maestros, en vez de tenerlos en alta estima por su valiosa contribución al desarrollo material y humano.

Hoy el Estado es una guarida de escorpiones atacando las manos de los maestros, hombres y mujeres que mejor le sirve a la reproducción y conservación sistema capitalista.

Esta es una paradoja que de repente no entienden los salteadores salvajes que mal gobiernan este país.



Poeta Oscar Amaya Armijo


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