Cuando todos nosotros y nosotras que ahora estamos adultxs, éramos niñxs y adolescentes, siempre nos repetían el rollo de: Si no estudias no vas a tener futuro.
Ese discurso caló y lo creímos. Íbamos a la escuela, soportando la mediocridad del sistema educativo –bueno, a mi me costó mucho la verdad- y lo hacíamos porque nuestros padres y nuestras madres estaban convencidas, era la única manera que nosotrxs pudiéramos “tener un futuro”.
-No tengo nada que dejarles –dijo mi padre- solo la educación. La educación, para mi padre, significaba el futuro. Él era mecánico y apenas había llegado al tercer grado y veía en la escuela la única oportunidad de ascensión de clase.
Hoy los niños y las niñas de Honduras defienden esa herencia que dejó mi padre y todos los padres y madres de esta país fracasado. Defienden no la educación pública, que seguramente el mercado le dará opciones igualmente mediocres en escuelas de pulpería para aquellos que puedan pagarlas, sino que el futuro, su derecho a él.
Hace 34 años, los Sex Pistols cantaban “no hay futuro en el sueño de Inglaterra”. Un grito nihilista que viene (desde siempre), de las esquinas oscuras de la marginalidad. Como Oliver Twist de Charles Dickens en 1838, que se enfrenta a su falta de oportunidades en la Inglaterra victoriana, o ahora la generación multiétnica de la periferia londinense que salen de sus casas quemando todo.
Es una maldición nacer marginal, ser la flor al final del tonel de la basura –como continúa la canción de los Sex Pistol- y en Honduras lo sabemos. Porque conforme uno crece va descubriendo que el mundo funciona porque a los y las jóvenes pobres se le han cerrado las oportunidades. Ni siquiera funciona a pesar de, sino: por ello.
Tottenham, al norte de Londres, es uno de los barrios más populosos y pobres de Gran Bretaña, donde la semana pasada comenzó una revuelta, que luego se extendió a otros zonas de la capital y también en diferentes ciudades. David Cameron, el primer ministro, sacó a las calles a 16.000 policías para “blindar” la ciudad y proteger los bienes. En Honduras conocemos ya como funciona la policía cuando sale a la calle y no nos sorprende saber que hubo muertos en Inglaterra.
Joseph Zacune, sociólogo e investigador independiente, residente en Londres, relató: “El pueblo está en las calles incendiando todo, no tiene una agenda coherente o política, son en su mayoría jóvenes de clases pobres que se enfrentan a la represión policial a causa de las medidas de ajuste. Están cansados de los recortes sociales, los centros sociales fueron removidos, al igual que los clubes deportivos para la juventud (y) los espacios recreativos”.
El investigador aporta además otro dato que debe importarnos: “No hay acceso a la educación pública para los jóvenes y sus padres están en una profunda pobreza por desempleo.
Hoy, de vuelta a Honduras, mientras el gobierno negociaba el regreso a clases con los representantes del movimiento estudiantil y el Congreso Nacional anunciaba que retiraba la ley que decapitaba la educación pública, la policía reprimía con saña a los estudiantes que permanecían ejerciendo presión desde las escuelas y calles tomadas.
A primera vista es una victoria del movimiento estudiantil. El gobierno después de todo retiró la polémica ley. Pero es importante advertir las razones.
El proyecto de ley afecta no solo a las escuelas públicas, sino también a las privadas –especialmente aquellas que no son grandes corporaciones- que tendrán que cambiar su infraestructura, despedir maestros (cancelando prestaciones) y perder la oferta de diversificado significando todo esto un alto costo para sus empresas. El congreso Nacional ha ofrecido a los empresarios la reforma a la ley necesaria para que el impacto sea menor, pero la ley igual la aprobarán.
¿Pero porqué se paró el proyecto entonces? El proyecto se ha parado porque el gobierno sabe cuenta con tiempo para aprobarlo. El sistema educativo sale de vacaciones en el mes de Noviembre y nadie, ni maestrxs ni estudiantes, quieren saber de las escuelas sino hasta febrero, cuando reinicia el año lectivo. Cuatro meses, tiempo de sobra para cambiar cualquier ley sin esperar reacción por parte de los maestrxs ni de los estudiantes.
Cuando no hay futuro, dice el tema de los Sex Pistol ¿Cómo puede haber pecado? Puedo asegurar que nuestros padres y madres se equivocaron. En este país marginal, como en toda la marginalidad del mundo, ya no importa si quieres estudiar. Porque no hay futuro, no hay futuro, no hay futuro para mí.
Oscar Estrada
15 de agosto 2011
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