A principios de los ’80, Enrico Berlinguer, en aquel entonces Secretario del Partido Comunista Italiano,subrayaba fuertemente el tema central de la llamada “cuestión moral” en Italia: la ocupación por parte de los partidos del Estado y todas sus instituciones. A 29 años de aquella advertencia la situación no ha cambiado y la democracia italiana todavía “está en riesgo de ahogarse en un pantano”…
"Marco Coscione"
En julio de 1981, en una entrevista de Eugenio Scalfari para el periódico La Repubblica, Enrico Berlinguer, uno de los mejores políticos italianos y en aquel entonces Secretario del Partido Comunista Italiano, lanzaba algunos mensajes claves que 29 años después todavía resultan muy actuales: “Los partidos de hoy son sobre todo máquinas de poder y clientelares: escaso o mistificado conocimiento de la vida y de los problemas de la sociedad y de la gente; ideas, ideales, programas, sentimientos y pasión civiles nulos.
Gestionan los más contradictorios y diferentes intereses, sin alguna relación con las necesidades humanas y sin perseguir el bien común”. Sus estructuras organizativas son la prueba de la abismal distancia con el pueblo, “son federaciones de facciones, cada una con su jefe y sub-jefe”. Pero lo más problemático es que “han ocupado el Estado y todas sus instituciones, empezando por el gobierno. Han ocupados las entidades locales, los bancos, las empresas públicas, los institutos culturales, los hospitales, las universidades, la televisión pública y los grandes periódicos”.
Entonces, todas las acciones que los políticos de cualquier nivel están llamados a llevar a cabo, responden a la lógica y a los intereses del partido. Del resto, ¿a quién puede representar un diputado que hace más de 20 años está sentado en el Parlamento? ¿Puede representar a los ciudadanos que lo han votado o estará simplemente representando los intereses del partido y los suyos? Son las dudas que surgen espontáneas cuando un atento y activo ciudadano empieza a cuestionarse el sistema en el cual vive, se educa, trabaja, paga los impuestos y al final, se espera, recibe una digna pensión por una vida de trabajo.
Son las preguntas que cuestionan este tipo de democracia que en realidad se está convirtiendo en una partidocracia, donde si hay suerte el bipolarismo todavía no se ha transformado en un verdadero bipartidismo, o donde la búsqueda del centro, o sea de un continuismo sin proyecto de futuro, es lo más habitual. Seguía Berlinguer: “la cuestión moral no termina encontrando, denunciando y encarcelando a los ladrones y los corruptos de las altas esferas de la política y de la administración. Cuestión moral, en la Italia de hoy, significa sobre todo la ocupación del Estado por parte de los partidos y de sus facciones, significa una concepción de la política y de los métodos de gobierno de estos partidos que simplemente tenemos que superar y abandonar. La cuestión moral es el centro del problema italiano… si seguimos así, en Italia la democracia está en riesgo de achicarse y no de ampliarse y desarrollarse… está en riesgo de ahogarse en un pantano.
"Marco Coscione"
En julio de 1981, en una entrevista de Eugenio Scalfari para el periódico La Repubblica, Enrico Berlinguer, uno de los mejores políticos italianos y en aquel entonces Secretario del Partido Comunista Italiano, lanzaba algunos mensajes claves que 29 años después todavía resultan muy actuales: “Los partidos de hoy son sobre todo máquinas de poder y clientelares: escaso o mistificado conocimiento de la vida y de los problemas de la sociedad y de la gente; ideas, ideales, programas, sentimientos y pasión civiles nulos.
Gestionan los más contradictorios y diferentes intereses, sin alguna relación con las necesidades humanas y sin perseguir el bien común”. Sus estructuras organizativas son la prueba de la abismal distancia con el pueblo, “son federaciones de facciones, cada una con su jefe y sub-jefe”. Pero lo más problemático es que “han ocupado el Estado y todas sus instituciones, empezando por el gobierno. Han ocupados las entidades locales, los bancos, las empresas públicas, los institutos culturales, los hospitales, las universidades, la televisión pública y los grandes periódicos”.
Entonces, todas las acciones que los políticos de cualquier nivel están llamados a llevar a cabo, responden a la lógica y a los intereses del partido. Del resto, ¿a quién puede representar un diputado que hace más de 20 años está sentado en el Parlamento? ¿Puede representar a los ciudadanos que lo han votado o estará simplemente representando los intereses del partido y los suyos? Son las dudas que surgen espontáneas cuando un atento y activo ciudadano empieza a cuestionarse el sistema en el cual vive, se educa, trabaja, paga los impuestos y al final, se espera, recibe una digna pensión por una vida de trabajo.
Son las preguntas que cuestionan este tipo de democracia que en realidad se está convirtiendo en una partidocracia, donde si hay suerte el bipolarismo todavía no se ha transformado en un verdadero bipartidismo, o donde la búsqueda del centro, o sea de un continuismo sin proyecto de futuro, es lo más habitual. Seguía Berlinguer: “la cuestión moral no termina encontrando, denunciando y encarcelando a los ladrones y los corruptos de las altas esferas de la política y de la administración. Cuestión moral, en la Italia de hoy, significa sobre todo la ocupación del Estado por parte de los partidos y de sus facciones, significa una concepción de la política y de los métodos de gobierno de estos partidos que simplemente tenemos que superar y abandonar. La cuestión moral es el centro del problema italiano… si seguimos así, en Italia la democracia está en riesgo de achicarse y no de ampliarse y desarrollarse… está en riesgo de ahogarse en un pantano.
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