Hemos perdido el país, qué más podemos perder: ¿La vida?, ésta no tiene sentido sin patria, solo el sinvergüenza puede vivir en el arrastre de la esclavitud.
Dice el poeta Destephen que el hondureño ya no es dueño ni de su apego y –digo yo- que vivir sin arraigo es tener el alma vacía, el canto sordo de las piedras.
Aquí perdimos el país porque quienes tienen el alma vacía lo entregaron a cambio de esas treinta monedas que aún tintinean en sus oídos de zombis, son los parias vestidos de feudales y burgueses.
Son los mismos malditos vendedores de baratijas, que escondidos como sabandijas, en el escaparte de un mall de porquería, vendieron a Dios y la religión, con la venia del Cardenal y su séquito de pastores evangélicos.
Hay cínicos que se sientan frente a la inmediatez del hartazgo, simulando que la patria es aquella tontita vestida de pomponera en las celebraciones de una independencia que jamás tuvimos. Son los mismos canallas que sostienen un garrote entre sus manos mientras nos hablan de reconciliación nacional.
Salteadores de pacotilla que venden el país, te quitan la vida, masacran el pueblo en las marchas, se roban el dinero de los jubilados, quitan la tierra al campesino para entregarla a mercenarios y ladrones y, luego, con una fingida beatitud, te hablan del humanismo cristiano.
Perdimos el país ¿qué más podemos perder? Allí están esos truhanes robándose las migas que con mucho sacrificio los maestros depositaron en sus arcas. Quieren quitarle la dignidad a la vejes en un país que tiene quinientos años de no existir.
Los hondureños perdimos el país, somos extranjeros en esta tierra, si no miren a los generalotes y sus hordas, que ordenan golpearnos como se golpea al más inmundo de los enemigos. Somos como los palestinos, sin país, sin tierra, sin ríos; en fin, sin nada. Sufrimos, en Honduras, en la que una vez fue nuestra patria, un nuevo sionismo.
Los hondureños vivimos en un país que ahora es de los moros y los gringos. Emirato o protectorado ¿Qué más da? Y si no tenemos patria, entonces: ¿Para qué tener vida?
No obstante, vida y patria solo se reconquistan, en este momento aciago, mediante el doloroso camino de la liberación nacional.
Oscar Amaya Armijo
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