Thursday May 12, 2011
by PST-Honduras
Para definir el giro político que experimenta el país es necesario, situarnos en el contexto regional. Si en algún momento se dijo que del desenlace de la situación hondureña, dependía el futuro de la región latinoamericana, hoy podemos asegurar que de las decisiones políticas implícitas en la mediación y negociación de este episodio, depende el cierre de esta fase, la cual no se limita a las fronteras nacionales.
El 9 de abril fuimos testigos del descaro de la oligarquía hondureña, cuando de salvaguardar sus intereses se trata, -Adolfo Facussé presidente de la ANDI había ungido a Pepe para que diera ese paso, al reconocer la necesidad e intención de beneficiarse de Petrocaribe, de igual forma lo había hecho Julieth Handal entendida de los contratos de combustible-; fue patético, ver como Porfirio Lobo presidente de facto y agente de los supuestos “defensores” de la democracia Hondureña, comulgaba con el “demonio comunista” inspirador y financiador de Manuel Zelaya, el señor Hugo Chávez, presidente de Venezuela quien fuera el máximo referente de la antípoda de la estirpe de golpistas en la región. Precisamente, en la casa del más fiel capataz del imperio, el presidente colombiano Juan Manuel Santos responsable del “acoso” militar de Estados Unidos a Venezuela.
Si nos preguntamos ¿Que pudo promover semejante cambio? Por el lado de los golpistas, podemos resumirlo en tres elementos; a) la profunda y creciente crisis económica que atraviesa el país producida por la crisis internacional y del golpe de Estado, b) la necesidad de ser aceptados en el concierto de las naciones americanas, para capitalizar el apoyo internacional y c) la urgencia de desmovilizar el movimiento popular hondureño, con la colaboración de sus “líderes”, sacando ventaja de su legitimidad popular por tratarse de “revolucionarios”.
La burguesía latinoamericana no desperdiciará cuanto recurso tenga en sus manos y cuanta contradicción se presente en el sector de izquierda, para sofocar cualquier rebelión popular, sobretodo, en un momento en donde el sistema capitalista se tambalea en la cuerda floja, cuando el mundo árabe experimenta un peligroso ascenso, proclive a contagiar el sujeto mundial capaz de tirarlo al piso. El imperio es consciente de su ilegitimidad y no está dispuesto a tomar ningún riesgo, pese a las buenas noticias que le llegan del VI Congreso del Partido Comunista cubano.
Este momento es clave para abordar la problemática de manera objetiva y crítica, debemos dejar de lado los sentimientos y las cuartadas que nos llevan al chantaje de “quien no está conmigo, está contra el proceso”, típico de los caudillos que, en nombre de la revolución hacen exactamente lo contrario.
En ese sentido, es importante clarificar que la mediación no es un acto de bondad, ni una equivocación coyuntural. La negociación a espaldas del pueblo obedece al mismo vicio metodológico que caracteriza a la de dirección de la resistencia a lo largo de todo el proceso, lo cual explica, porqué cada vez que la movilización fue multitudinaria o el pueblo quiso ir más allá, como es caso del 22 de septiembre de 2009, cuando los barrios y colonias de Tegucigalpa se insurreccionaron, en ese momento se orientó al pacifismo inútil, para no “complicar el posible arreglo”, sin importar la experiencia del acuerdo de San José, pero también la renuencia a preparar la Huelga General sabiendo que era la única forma de derrocar el golpe, lo cual refleja una profunda desconfianza en las masas.
La razón es simple, le tienen más miedo al remedio que a la enfermedad. Así, su práctica es ponerse por encima de las masas, frenar el proceso, y bastardearlo, incluso, solicitando al régimen el reconocimiento de su proyecto electorero, en un claro intento por soslayar la contradicción irreconciliable entre las clases. De manera que no se peca de candidez verbal, al referirse a la “reconciliación” de la familia hondureña.
El 26 y 27 de febrero en la Asamblea Nacional de la Resistencia, se confirmó el progreso en el nivel de conciencia de las masas, al rechazar el planteamiento electoral, incluso, se dejó clara la urgencia de retomar las calles y convocar a un Encuentro de Luchadores para hacerle frente a la política del régimen golpista. Al no poder imponer la línea electoral se hizo maniobra con la interpretación del acuerdo, pese a quedar claro que debían darse condiciones democráticas mínimas, como la convocatoria a la Constituyente y una nueva ley electoral; para algunos, el único requisito era el retorno del ex presidente Zelaya, al menos así se explicó en los medios.
No diremos que el resto de puntos planteados por los “representantes” de la resistencia en la negociación carecen de importancia, pero está claro que la Constituyente, el retorno de los demás exiliados y el respeto a los Derechos Humanos, hace días que dejaron de ser una consigna central para un sector del FNRP. Dicho de otra forma, estamos ante una dirección cuya única política es la electoral, y su objetivo es administrar el descontento de la gente y canalizarlo mediante el voto tradicional.
Por todo lo anterior advertimos que esta salida no es la más correcta, que aún, en el caso que se dieran los resultados esperados por los negociadores populares, estaríamos ante un triunfo pírrico y particular. Quitándole a las masas la posibilidad de ser sujeto, o lo que es lo mismo, traicionando el proceso revolucionario. Tal como quiere el imperio norteamericano y la oligarquía; reiteramos, con la validación y el apoyo indiscutido de los “comunistas”.
Ante tal panorama, es imperioso hacer un llamado a los sectores independientes a continuar el Camino de Mayo, que es el arma infalible de la clase trabajadora, nuestra resistencia nació en la calle y se debe a la calle. Jamás las negociaciones fueron nuestra trinchera y tampoco lo serán las urnas, y si hay que definir una táctica electoral, que no sea sino, el medio para organizarnos para continuar nuestro camino insurreccional.
Desde el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) hacemos un fraterno llamado a todos los que compartan estas ideas, a definir un programa reivindicativo y político encaminado a retomar las consignas y los principios de la resistencia, confiando únicamente en nuestras propias fuerzas para continuar nuestro proceso. No volvamos al punto de donde partimos, hacerlo sería hasta una contradicción dialéctica, equivale a reconocer que los golpistas nos derrotaron y que los muertos, los desaparecidos y exiliados se sacrificaron en vano. Además no es el mejor ejemplo para la juventud que valientemente se ha puesto a la vanguardia del proyecto de refundación de nuestra sociedad.-
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