Fernando Alvarado.
El problema de los procesos revolucionarios en muchos de nuestros países tiene su origen desde el momento mismo el que alguien se autodenomino anarquista, comunista o socialista (Orden alfabético no de importancia). En ese mismo instante como si existiera una reacción en cadena la atomización surgió, las líneas de pensamiento proletarias, tenían algo en lo que están de acuerdo: desaparición del estado burgués y su modo de producción el capitalismo ¿Pero si tienen un fin común porque las posiciones encontradas?
En pocos párrafos trataremos de enfocar algunos de los puntos que provocan este divorcio histórico, además señalaremos errores que provocan la poca empatía entre el proletariado que pretendemos representar y por el que en teoría luchamos.
Enfocaremos la “No toma del poder” a nuestra América latina; la llegada de las ideas socialistas nuestros países coincide con el surgimiento de políticas expansionistas del recién fundado imperio estadounidense, el cual después de solucionar sus problemas internos sobre cuál sería el modo ideal de explotar a las masas, ve su “Destino Manifiesto” de convertirse en la nueva potencia colonizadora ante el ocaso de España e Inglaterra.
Mientras en los cafetines, ciudades universitarias, sedes sindicales comenzaba la guerra encarnizada de ¿Cuál sería la línea ideal para reivindicar al proletariado?, el imperio si tenía definida su estrategia de lucha en contra del movimiento popular.
Y fue así como surgen los caudillos de enclave bananero. Sus características eran las de un individuo que habla y actúa como las masas, lo cual hace que muchos dentro de la masa se vuelvan sus seguidores al sentirse identificado con el discurso folklórico del dictador y ajeno al discurso del joven universitario o el líder sindical que es formado pero se le olvida como hablar con aquellos por los cuales lucha.
La herencia de traiciones, paranoia y purgas internas provenientes de la Unión soviética, fue uno de los mejores aliados desmovilizadores de las luchas populares, nunca logramos tener una escuela de pensamiento socialista netamente latinoamericana y las provenientes de Europa y Asia traen el vicio de la desconfianza y el odio entre facciones.
Mientras las izquierdas se alejaban unas de las otras; el tierno y cariñoso dólar acobijaba en sus dulce brazos a todas las facciones derechistas (Conservadores, liberales, terratenientes, industriales) todos tenían claro que debían unirse coyunturalmente al momento que algún movimiento social fuera demasiado fuerte y pudiese romper el orden de las cosas ¿Por qué? Todos son convocados a la embajada o consulado imperial más cercano.
Fue así durante los primeros 50 años del siglo XX, luego llegan los triunfos o nacimientos de grupos revolucionarios armados, los 60 fue el momento ideal para la toma del poder por esta vía, pero nuevamente entre los 60 y 80 nuestras diferencias ideológicas no nos ayudaron en el proceso y por supuesto las agencias de inteligencia gringas potenciaron estas disputas internas “divide y conquistaras”.
Los 90 y el final de la historia; así lo vio Francis Fukuyama ante la caída de la URSS y el muro de Berlín; todo apuntaba que la “democracia liberal” era la única vía. Y por supuesto muchos comunistas y socialistas aceptaron esta tesis y así cuando el financiamiento soviético o chino dejo de fluir algunos falsos dirigentes populares ven agotadas sus fuentes de financiamiento y aceptan la desmovilización de guerrillas y partidos populares, para convertirlos en partidos electoreros hijos de las “democracias liberales”. En conclusión en esta década la ternura que inspira el dinero puso fin a las utopías de muchos que no creían en ellas pero estudiaron, vivieron y se enriquecieron en algunos casos gracias a ellas.
El siglo XXI y el no final de la historia; el modelo neo liberal tan popular en el epílogo del siglo XX provoco crisis económicas en países que aparentaban estabilidad económica. Al no ser entonces una fantasía la explotación del pobre por el rico, tampoco era fantasía la necesidad de cambio a otro modo de producción y gobierno. Y así de la noche a la mañana las ideas aparentemente enterradas y olvidadas estaban ahí tan vigentes y actuales como en el mayo francés y las primaveras de la década del 60.
Comienzan entonces a surgir gobiernos populistas reformadores del estado, no revolucionarios es necesario aclarar, que vieron la necesidad de proteger más a las grandes mayorías. Para algunas naciones de Sur América fue suficiente y se conforman con ese “Capitalismo humanizado”. La oligarquías locales claro están en contra de este proceso porque puede ser el inicio de un despertar popular que lleve al final de estado burgués.
Llego el siglo XXI con gobiernos populistas y golpes de estado; pero no aprendimos nada, continuamos siendo sectarios, seguimos creyendo que solo una facción tiene la verdad y que si podemos esta facción también puede atomizarse. Mientras tanto las burguesías en sus concilios, clubes o banquetes nos miran como amenaza común y planean frentes amplios para derrotarnos. Un misterio “ecuménico” surge cuando es necesario aquellas facciones religiosas aparentemente irreconciliables también formar una cruzada conjunta para contrarrestar al “Demonio Comunista”.
Es el momento de reflexionar analizar estas y la otras causas de la “No toma de poder” aprender incluso de las derechas que encuentran sus coincidencias y trabajan por un proyecto único. Si hemos de disputar ideologías o “verdades proletarias” es mejor hacerlo una vez que el estado burgués sea parte de la historia y no ahora que aprovecha nuestras rivalidades para contrarrestarnos.
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