martes, 15 de marzo de 2011

En torno a la autoconvocatoria


El término autoconvocatoria florece bajo la sombra de las propuestas teóricas de Cornelius Castoriadis (1922-1997 francés de origen griego); quijote del concepto de autonomía política y creador de su propia teoría filosófica: El autonomismo y el socialismo libertario.


Castoriadis plantea que el cambio en las sociedades emerge del imaginario social, crea entonces una teoría de la imaginación colectiva. Es en el imaginario individual y colectivo donde construimos la sociedad y el mundo en el que queremos vivir y no en el que vivimos.
Podemos definir la autoconvocatoria como un acto autónomo representativo  colectivo de carácter ético-moral que no acarrea consecuencias en el ámbito jurídico porque no es una causa que dé elementos para una acción jurídica.
Lleva implícito una gran carga simbólica de responsabilidad civil porque se actúa con conocimiento pleno en este caso de causas que generan la acción.
Es un acto que no representa poder visto desde el Estado, porque éste se ejerce desde las instituciones del mismo, pero como es una facultad del pueblo representa poder democrático. Demuestra el empoderamiento de querer cambiar lo que no funciona, expresado en un espacio y tiempo determinado.
La autoconvocatoria es entonces una herramienta más que cohesiona las fuerzas individuales de diferentes y diversas entidades sociales e individuos que son movidos por objetivos comunes. Al cohesionarse los imaginarios individuales se fortalece el imaginario colectivo.
En Honduras la autoconvocatoria tiene razón en el contexto de la realización de la Asamblea Nacional Constituyente para estructurar una Constitución que esté de acuerdo a ese imaginario colectivo y proceder, como se ha establecido en el discurso, a la refundación del país, que no es más que lo que “deseamos”: transformar radicalmente: los principios ideológicos de la sociedad en la que imaginamos para hacer la sociedad imaginada.
¿Cómo se llega a la decisión de realizar una autoconvocatoria? A través de un proceso de razonar en el ser social que somos y en el que podemos ser si cambiamos las estructuras sociales que nos imponen lo que no queremos ser o sea lo que somos ahora.  

Dice Castoriadis la autonomía consiste en la aparición de un ser que cuestiona su propia ley de existencia, de sociedades que cuestionan su propia institución, su representación del mundo, sus significaciones imaginarias sociales”
El término autoconvocatoria es parte de ese imaginario social donde la creatividad del individuo de encontrar herramientas y formas de lograr lo imaginado no tiene límites. No es de nadie pero es de todos/as. Como término lingüístico autoconvocar y autoconvocatoria no existen en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española; los términos registrados y adoptados son convocar y convocatoria o convocatorio. En este caso la construcción gramatical correcta sería convocarme y convocarnos, utilizando pronombres y no prefijos.

La necesidad de identificación con un lenguaje que exprese lo que soñamos, lo que sentimos, lo que queremos construir, los seres que soñamos ser; un lenguaje que se adapte a nuestras necesidades dentro de los nuevos y no tan nuevos procesos revolucionarios de América Latina, desemboca en la creación espontánea de términos, orientados por diferentes teorías filosóficas y doctrinarias, etc., que nos proporcionan identidad dentro de un sistema económico-político y social que nos ha despersonalizado.


Auto, es una apócope que actúa como forma prefijal que relaciona sustantivos, adjetivos y verbos; su significado es “propio”, “por sí mismo o por sí solo”. La prefijación es uno de los procesos de formación de palabras en el español y  matizan, corrigen, modifican u orientan el significado de la palabra. La carga semántica la mantiene la palabra original, el prefijo da un matiz. Hemos antepuesto el prefijo auto al término convocatoria, entonces literalmente su significado sería: un llamado hacia nosotros mismos, un llamado hacia mí misma o mí mismo. O sea convocarnos por decisión propia y no esperar el llamado de nadie más que no sea el imaginario de un pueblo que desea cambiar su destino. En este autollamado se encuentran los dos seres el real y el imaginario, es entonces cuando lo imaginado va a tomar forma e incide en otras formas más concretas, en nuestro caso, la Asamblea Nacional Constituyente y la estructuración de esa Constitución, que será un imaginario hecho realidad. Sin embargo el poder aplicarla es otra cosa, solamente se puede hacer desde la toma del poder, desde adentro de las instituciones del Estado y es ahí donde procede otra parte del proceso revolucionario, específicamente el nuestro, ¿Cómo se llegará al poder?  ¿Cuándo se llegará al poder? 


Estos términos que no tienen cabida, hasta el momento, en el español estándar, o sea la forma elaborada por los organismos encargados, en este caso la Real Academia Española y las Academias Españolas de cada uno de los países donde se habla español, tendrán que adoptarse en un futuro no muy lejano pues lo está imponiendo el pueblo,  ya que los términos se estandarizan de acuerdo al mayor número de hablantes. Por ahora están fuera del academicismo, necesario por supuesto, formando parte de una gama de elementos creativos, pragmáticos, sintácticos, etc., que solamente son valorados en la práctica cotidiana del lenguaje: el habla.  


Si bien la discusión no es en sí si la Real Academia Española de la Lengua haya adoptado o no el término, si es correcto o no su uso, es necesario saberlo. Lo importante aquí es la pragmática; tener nociones de donde se origina el término que hoy se encuentra en boca de los integrantes de los movimientos revolucionarios de América Latina y ahora de las y los hondureños que nos encontramos en este proceso.


Ahora pensemos cómo será ese día, yo me lo imagino como el día de la instauración de una gran fiesta nacional, la fiesta del pueblo, nos celebramos a nosotros mismos porque nadie lo hará por nosotros, porque hemos sido capaces de llegar a ese día, que seguramente, será el más importante de nuestras vidas y de nuestra historia. La gran fiesta popular, la fiesta de la cultura popular. Preparémonos entonces…

"me canto y me celebro,
y me celebro y me canto,
y si me canto y me celebro,
es porque te celebro y te canto,
porque cada átomo que te pertenece me pertenece,
porque tú y yo somos la misma cosa"
Walt Whitman
Me celebro y me canto a mí mismo

Tegucigalpa M.D.C 15 de marzo de 2011

Poeta Rebeca Becerra

1 comentario:

  1. Así como la sociedad misma crea sus propios conceptos, es necesario crear una nueva Cultura, una cultura que se contra ponga a la cultura dominante y alienadora del sistema capitalista. Es necesario crear una Contra-Cultura!

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