Por: Melissa Cardoza
Los derechosos y las derechosas somos nosotros los que vivimos en los territorios, nosotros seremos autoridad un día.
Con el golpe de estado hemos despertado y sabemos quien es la oligarquía.
Estamos aquí aguantando sol, y aguantando lluvia, somos la pobrería que lucha.
Margarita, El Zapotillo, San Francisco de Opalaca,
En la tumba de Morazán se junta el campamento Dignidad, rodeando el monumento que se le ha construido. Ahí descansan sus restos, y ahí también se hace homenaje a Josefa Lastiri, mujer luchadora por la unidad centroamericana, aún desconocida por la cultura política nacional, doña Josefa no sólo fue la compañera de Morazán, ella misma puso todo lo que tenía para la causa unionista.
Con rosas rojas y flores blancas y amarillas, cada una y cada uno poniendo la suya. Con velas y copal se inicia el programa de homenaje y de encuentro con el espíritu de Francisco y Josefa.
Declaro que mi amor a Centroamérica muere conmigo, dice su testamento, leído en esta mañana. Y ahí expresa su reclamo de ser fusilado sin juicio, vil asesinato de la oligarquía de esa época con la celebración de una clase religiosa que hoy ha recuperado su sitio en los gobiernos confesionales como el de Honduras, donde Porfirio Lobo en cada evento público cita la Biblia o le pide a un pastor o sacerdote que hable por él, y gracias a eso en Honduras los derechos sexuales de las mujeres han retrocedido años, pues el fundamentalismo religioso intenta desgobernarnos definiendo hasta las políticas públicas educativas.
El día con una capota gris nos cubrió en ese espacio habitado por muertos y recuperado por la memoria. Cantando el himno nacional y desplegando la bandera de cinco estrellas que simbolizan la unidad centroamericana. Las y los coquimbos saludaron a don Francisco Morazán, civil, libre pensador, inspirado por ideas liberales que confiaba en la fuerza de una América central junta laica donde la educación popular sería su alma. Las palabras de mujeres y hombres hicieron presente la resistencia del pueblo de Honduras con un juramento emocionado donde nos comprometimos a continuar la lucha por la dignidad y la justicia en Honduras, juramento que llenó de voces el cementerio de los ilustres de San Salvador.
Y así se inició esta mañana del 7 de junio del campamento Dignidad. Escuchando la herencia de su palabra a través de las voces de las hondureñas y hondureños que hoy le ofrendan flores y consignas. Dejando las nuestras, silenciosas o altas, nuestros cantos y rezos.
Franklin, un compañero cantautor salvadoreño fundador del grupo Yolocambà Itá, con su guitarra y su música despidió esta mañana llena de símbolos y emociones.
Desde ahí salimos, con grandes ánimos, con nuestras mantas, banderas y fotografías para el redondel de la Dignidad Hondureña, cerquita de la 41 Asamblea Ordinaria de la OEA, donde los golpistas celebran en sus trajes carísimos llevados por sus carros de lujo y sus choferes con cara de gente como nosotras.
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